2. Alcance de la vida humana
Es obvio convenir en que la vida humana es el bien supremo, del cual proceden todos los demás bienes. En este sentido, ser es mejor que no-ser, de aquí que también las vidas deterioradas, los enfermos, los subnormales... son, no están en el supuesto negativo de la nada. Además, la fe cristiana enseña que todo ser humano es un «serpara-la-eternidad». Por ello, las vidas biológicamente deficientes están destinadas a vivir para siempre una existencia feliz.
La Encíclica Evangelium vitae es, precisamente, una valoración y un canto a la vida, pues «la vida es siempre un bien. Esta es una intuición o, más bien, un dato de experiencia, cuya razón profunda el hombre está llamado a comprender» (EV 34, cfr. nn. 2, 28, 37 39, etc.).
Ante este supuesto, la Bioética hace una afirmación rotunda de la vida, no se coloca en la sospecha, menos aún en la oposición, sino que proclama el valor de los hallazgos científicos que ayuden a una mejor calidad de la vida humana, desde la eugenésica hasta conseguir una muerte digna del hombre.
(extraido del texto del Pbro Luis Rifo F.)
domingo, 5 de abril de 2009
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